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SUEÑO NOCTURNO
Laura
realmente se encontraba cansada, cerró la puerta sin llave y se
metió en su cama, acomodo su cabeza en el almohadón de plumas, los
párpados le pesaban, sus piernas parecían de plomo y la cama se
volvía fina espuma de algodón egipcio, la relajación que tenía
era total, el sueño no tardo en reclamarla.
La
noche era oscura, no había luna; el viento soplaba azotándose
contra la ventana. En la puerta, destacándose contra la luz de los
distantes relámpagos mudos, parecía delinearse una silueta, un
hombre podría decirse, Laura que aún se encontraba dormida, se
sentía incomodada por la presencia en su habitación, abrió sus
ojos pero sin abandonar el profundo sueño que la dominaba, dirigió
su mirada hacia la puerta y vio aquella sombra que, aun en la
oscuridad de la noche, se veía aún más oscura, una sombra con un
negro absoluto, parecía que aquella figura se alimentara de la
oscuridad del ambiente. La mente de Laura se había vuelto un caos,
el sueño que estaba teniendo no parecía haber desaparecido al abrir
los ojos, intento moverse y no pudo, intento gritar pero su boca no
se abría, solo podía observar aterrorizada lo que sucedía con la
esperanza que aun estuviese soñando, estaba atrapada en lo que
claramente se conoce como sueño lucido.
La figura que permanecía postrada en la puerta estiro un brazo hacia Laura, sus ojos no podían estar más abiertos, el brazo terminaba en una especie de mano esquelética, con uñas que solo podrían describirse como garras; el brazo se alargaba más y más de manera inhumana acercándose lentamente al rostro aterrado de Laura, ella sudaba, intentaba moverse y gritar en vano, no sabía si el horror la paralizaba o era simplemente algo más, las garras del ser casi hacían contacto con el rostro de la mujer, y ella, al verse sin ninguna otra salida, comenzó a rezar y cerró los ojos fuertemente con la esperanza que aquello desapareciera…
La figura que permanecía postrada en la puerta estiro un brazo hacia Laura, sus ojos no podían estar más abiertos, el brazo terminaba en una especie de mano esquelética, con uñas que solo podrían describirse como garras; el brazo se alargaba más y más de manera inhumana acercándose lentamente al rostro aterrado de Laura, ella sudaba, intentaba moverse y gritar en vano, no sabía si el horror la paralizaba o era simplemente algo más, las garras del ser casi hacían contacto con el rostro de la mujer, y ella, al verse sin ninguna otra salida, comenzó a rezar y cerró los ojos fuertemente con la esperanza que aquello desapareciera…
… la
calma era inquietante…
… el
silencio era abrumador…
… el
tiempo parecía no avanzar, ya se habrá ido??? Habrá
desaparecido??? …
No
quedaba otra opción más que abrir los ojos, y con mucho temor y
esperanza a que aquello hubiese sido un sueño, se resignó a abrir
los ojos, sabía que no había nada más que hacer… y lentamente,
así lo hizo…
Observo
la puerta… no había nada. Observo a su alrededor… tampoco había
nada…
Intento
moverse y así lo hizo, se sentó un momento a la orilla de su cama y
respiro aliviada que todo había sido solo un mal sueño. Inquieta
pero ya más aliviada, intento dormirse nuevamente, se acomodó de su
lado de la cama, teniendo en mente a Ricardo, acomodo su cabeza en el
almohadón de plumas, los párpados le pesaban, sus piernas parecían
de plomo y la cama se volvía fina espuma de algodón egipcio, en ese
momento, cuando se encontraba al límite del sueño, sintió un muy
sutil movimiento bajo sus sabanas, y sin pensarlo las levanto, y de
ahí, desde la profundidad de las sabanas en su cama surgió aquella
macabra garra y la tomo por la boca antes que pudiera gritar…
Al día siguiente, cuando Ricardo regreso, entro a la habitación y se quitó la ropa como de costumbre; vio a Laura plácidamente dormida, suavemente se acomodó en su cama, estaba cansado y casi se dormía, entonces se dio vuelta y abrazo a su esposa, pero la sintió fría al tacto, y al hablarle no respondió, no sería hasta dos días después que Ricardo se enteraría que su esposa había muerto casi siete horas antes que el la descubriera de una embolia cerebro-vascular…
Al día siguiente, cuando Ricardo regreso, entro a la habitación y se quitó la ropa como de costumbre; vio a Laura plácidamente dormida, suavemente se acomodó en su cama, estaba cansado y casi se dormía, entonces se dio vuelta y abrazo a su esposa, pero la sintió fría al tacto, y al hablarle no respondió, no sería hasta dos días después que Ricardo se enteraría que su esposa había muerto casi siete horas antes que el la descubriera de una embolia cerebro-vascular…
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