lunes, 24 de junio de 2013

Publicado por María Nadeem Sadiqa:


En una ciudad no muy lejana estudian en un instituto dos chicos y una chica, en diferentes clases. Son amigos.
En segundo de ESO están Alejandro y Lucía, tienen 14 y 13 años respectivamente. Alejandro ha repetido primero de ESO porque no estudiaba ni trabajaba nada pero ya va bien encaminado, mide 1,60 y es muy delgado. Sus padres son de una familia rica y él lo ha tenido todo siempre. Lucía es una chica lista, siempre saca buenas notas, aunque a veces no son tan buenas, sobre todo en matemáticas, que le resulta bastante difícil. Es morena y de pelo largo, es algo baja y rellenita.
Y por último está Nicolás, un muchacho que estudia en tercero, y tiene 15 años. Es tímido, pero cuando llega a tener amigos tan buenos como Alejandro y Lucía, no se corta ni un pelo. Es muy estudioso. Es de mediana estatura, de pelo castaño y tez morena.


Pero los tres tienen un gran problema: sufren bulling (acoso escolar) todos los días y no saben cómo resolver este gran obstáculo. Desde que los otros compañeros de sus clases les amenazan a todas horas, tienen miedo, no comen ni duermen bien y no tienen ganas ni de ir al colegio o salir a la calle, por la noche casi siempre, rompen a llorar, en silencio, para que sus padres no les puedan oír. En los recreos y en los cambios de hora siempre los más matones de la clase les amenazan, les arrinconan e intentan pegarles o les ordenan hacer cosas. Pero, ¿de verdad aquellas personas tienen algún motivo para ser así con ellos? Definitivamente no. Solo lo hacen por “diversión” y seguramente por algún que otro “defecto que no les haga ser como los demás”
Los tres, al ser amigos con un mismo problema, se entienden perfectamente y siempre que se reúnen, hablan de los mismo, buscan soluciones, pero lo único que les ocurre es contárselo a sus padres o a los profesores, pero hay un problema: los acosadores, si se enteran les pegan y mucho. Muchas veces, al salir de clase Alejandro se encuentra por la calle a los matones y ellos le pegan, le abren la cartera y se la tiran al suelo, haciendo que todos sus libros y material escolar se esparzan por la acera y por último, se van corriendo. A veces hasta le pegan.
A Lucía y a Nicolás, en el recreo, cuando ellos salen al patio ellos les esperan y los llevan un callejón que hay por allí cerca y les pegan, o sino, le mandan órdenes que si no las cumplen, como castigo, les pegan. Otras veces les esperan en la salida del instituto y les ponen la zancadilla. A veces llegan con moratones a casa, y los tres los tienen que ocultar con maquillaje para que sus padres no sospechen nada.
Llevan un año así, ya no pueden con esto más, están hartos de todo y no piensan seguir así. Un día quedaron en casa de Lucía para buscar una vez por todas una solución a esto. El problema es que no saben por que se meten con ellos, aparte de por diversión. ¿Seguro que es solo eso? Saber por qué a una persona le están haciendo bulling es muy importante para el siguiente paso, solucionarlo.
Alejandro piensa en su aspecto y en como es y llega a la conclusión de que se meten con él porque tiene mucho dinero y eso no les gusta a ellos. Lucía también hace lo mismo y llega a la conclusión de que se meten con ella por su peso, y Nicolás por último, piensa que se meten con él por las buenas notas que tiene, que de hecho es el único en su clase que en todas las asignaturas tiene o notable o sobresaliente.
Saben que muchas personas como ellos están sufriendo, de hecho, en los últimos días, en las noticias habían dicho que unos muchachos de sus mismas edades se habían suicidado de lo mal que lo estaban pasando. No iban a suicidarse, claro que no, ellos aún son muy jóvenes para morir, y menos de esa forma, quieren vivir su vida sin preocupaciones como esta.
Pensando y pensando lo decidieron, para que se acabara el problema, tenían que contar con la ayuda de sus padres y profesores. Cada uno se fue a su casa, pues se hizo muy tarde. Pero antes se prometieron que esa misma noche les contarían a sus padres lo que les pasaba.
Primero, fue Lucía la que se lo contó a sus padres. Al final de la conversación ella rompío a llorar y sus padres la consolaron y dijeron que al día siguiente hablarían con la directora del centro.
Nicolás se lo dijo justo al llegar a su casa, tenía la respiración muy alta, estaba asustado y sudaba. Le dijeron lo mismo.
Y por último, Alejandro. Este tardó mucho en decírselo a sus padres porque tenía mucho miedo, pero se lo dijo.
Lo que no les habían dicho a sus padres es que había otras personas que también estaban en su misma situación.
Al día siguiente al encontrarse los 6 padres y madres, se preguntaron qué hacían allí y si iba todo bien. Al recibir todos la misma respuesta decidieron no decir nada a la directora, porque si expulsaba durante algún tiempo del instituto a los niños que se metían con ellos tres, al volver, no se habrían acabado sus problemas, es más creían que iría peor de lo que ya estaba la situación y pensaron cambiarlos de centro.


El otro instituto estaba algo lejos de sus casas y era ideal porque ni los propios acosadores sabrían dónde se habrían ido, por lo tanto tampoco los buscarían. Así que los llevaron a este otro.
Ahora estaban todos juntos, sin acosadores, con amigos, salían a la calle sin ninguna preocupación, sus notas habían mejorado bastante, y lo más importante de todo: SE SENTÍAN MEJOR QUE NUNCA.
Así que si alguien sufre bulling o simplemente está pasándolo mal por alguna razón o conoce a alguien así, lo mejor que se puede hacer en contar con el apoyo de sus padres y amigos, porque seguro que todos sus problemas se solucionarán.

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